Con todo el dolor de nuestro corazón
llegó el fin de la primera etapa del viaje, Borneo. De allí nos llevaron al
aeropuerto para aterrizar un poco después en Yogyakarta. Recién aterrizados
llegamos a Borobudur, uno de los mayores templos budistas del mundo y
Patrimonio de la Humanidad.
Un aviso para llegar en coche:
¡¡ármate de paciencia!! Hay muchísimo tráfico allí. Coches y, sobre todo,
motos. Tanto es así que de dos carriles hacen hasta cuatro. Es alucinante. Y en
las motos llegamos a ver hasta 5 personas. Normalmente dos adultos y tres
niños. :-O
Pero a pesar de las horas que
tardas en llegar para la distancia que es, merece muchísimo la pena. Este
templo se construyó entre el 760 y el 825 d.C. Antiguamente, Indonesia era
sobre todo hinduísta y budista, pero durante el siglo XIV fue convertida al
Islam (en la actualidad el 90 por ciento del país es musulmán) y con ello este
templo fue abandonado.
Desde que llegas, Borobudur impresiona
gracias a una pirámide escalonada de 123 metros de lado y más de 500 estatuas
de Buda. Los grabados o relieves son impresionantes e incontables, y las vistas
desde arriba de toda la explanada que contiene el templo te dejan sin habla.
Allí no es como aquí con las iglesias, que es el templo y ya está. En Indonesia los templos budistas e hinduistas están dentro de un espacio enorme rodeado de zonas verdes y peatonales donde los turistas comen y pasan el día. Son zonas preciosas y muy cuidadas.
Otro de los templos que no te puedes
perder es Prambanan, el mayor santuario hinduista del país. En este espacio hay
templos dedicados a Brahama, Wisnu y Shiva, la trinidad hindú. ¡¡Qué difícil
era para mí aprender todo esto!! Los nombres se me olvidan rápido. Pero uno de
mis propósitos es conocer mucho más estas religiones.
Y una vez “flipados” con estos templos y los enormes espacios en los que están enmarcados, toca hablar de la ciudad, Yogyakarta. No sé muy bien cómo explicarme. La ciudad tiene poco que ver (el palacio del sultán, el castillo de agua, el mercado de los pájaros, el pueblo de Kotagede, las piscinas y algún lugar donde te muestran cómo se hace el Batik, totalmente a mano y una verdadera obra de arte), pero estando en Indonesia merece la pena conocer cómo viven allí y sus costumbres.
La calle principal es Malioboro, donde
no dejas de ver los restaurantes tradicionales con la comida en la calle, los
coches de caballos, músicos callejeros, muchísimos puestos de ropa y souvenirs como
si del rastro madrileño se tratara… Ves cómo viven los indonesios, sus
costumbres, su moda y su gastronomía. Y su artesanía. Vimos una exposición de
cuadros que nos alucinó.
Por eso me gustó. No porque probara su
comida (que no lo hice) o por la espectacularidad de sus edificios (que no lo
son), sino por pasear entre ellos, conocerles y disfrutar de sus costumbres. Ah,
y no es nada insegura, sino todo lo contrario. Puedes caminar de día y de noche
sin problema (pero bueno, sin ser un valiente, tampoco te metas por calles
raras…)
Un detalle curioso de esta zona es que
éramos los únicos blancos y rubios. Se ve poquísimo turismo internacional
(muchísimo nacional o asiático). En los templos nos pedían hacerse fotos con
nosotros porque éramos "raros" para ellos. Yo, tan blanca y rubia, imaginaos.
Los niños pequeños me miraban hasta asustados…
Los puestos con comida por las calles de la ciudad.
Camisetas del Real Madrid y del Barcelona. Allí la mayoría son del Barcelona, muy fans de Messi y Guardiola.
Los restaurantes.
La piscina del hotel que sólo veíamos por las noches. No dio tiempo a disfrutarla.
Uno de los techos del palacio del sultán.
Las piscinas donde el sultán iba con sus concubinas.
Una fábrica de hacer batik. Al verlo, entiendes el precio.
¿Qué os parece?
Maliobodoro por la noche. Había mucha vidilla.
Un cóctel en el hotel antes de irnos a dormir.
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