Hoy toca hablar de algo que a todas nos da un poco de miedo, el momento del parto y los días en el hospital. Sobre lo primero no puedo decir mucho, ya que, como en el embarazo, a cada una nos pasa una cosa.
Creo que es fundamental que confíes en tu ginecólogo y en sus decisiones. Yo fui por privado y debido a una medicación que tomaba, mi ginecólogo decidió que, una vez pasadas las 42 semanas, lo mejor era provocar el parto. Parece que mi cuerpo ya estaba más que preparado y así no me arriesgaba a que no pudieran ponerme la epidural (que, para mí, es el mejor invento del mundo, jeje). A pesar de tener todo listo e incluso estando en el paritorio, me entraron muchas dudas. No dejaba de pensar que tenía que haber esperado a que Éric decidiera salir, que por qué provocarlo, que igual no era su momento… El caso es que desde que me hizo efecto la oxitocina, la dilatación fue rapidísima y el parto cuatro empujones. Muy, muy fácil.
Eso me demostró que mi médico sabía bien lo que decía (hasta la matrona se sorprendió) y considero que haber confiado en él fue una decisión muy acertada.
Foto: Sobre Fondo de Tul
Una vez con mi bombón en brazos y pasada la emoción y los trámites del momento, nos subieron a los tres a la habitación. Ya era de noche (no olvidéis que un parto de media son unas 10 horas entre que dilatas y demás. Normalmente muchas de estas horas las pasas en casa y cuando llegas al hospital todo es muy rápido pero si te lo provocan, como a mí, toda la dilatación se pasa en el hospital, lo que puede hacer todo más pesado para la familia, pero no tiene por qué ser más largo que un parto espontáneo).
Mi consejo es que cuando te suban a la habitación sólo haya gente de confianza. Normalmente es la familia, pero eso, lo que cada uno elija. Son momentos muy bonitos pero también de nervios, dudas, de estar perdidísima, y es fundamental que estés relajada en la habitación. Y también el padre, que al pobre no le hace nadie caso pero juega un papel muy importante y está tanto o más nervioso que tú.
A mí, lo primero que me hicieron al dar a luz (que ya se hace en casi todos los hospitales) es ponérmelo piel con piel y así lo tuve durante horas. Una vez en la habitación llegó el momento de ponerle a tomar el pecho y ése sí que es un momento MUY, MUY ÍNTIMO. Por un lado, por el hecho en sí mismo y por otro, porque, al menos en mi caso, NO TIENES NI IDEA. Aquí pueden pasar mil cosas. Que no se agarre bien, que se agarre pero te moleste, que se agarre pero no tenga fuerza suficiente… Te puedes poner muy nerviosa y no tiene que haber espectadores, por muy familia y amigos que sean. Sólo tú, tu pareja (o la persona que hayas decidido que te acompañe), tu niño y la enfermera o matrona correspondiente.
Foto: Sobre Fondo de Tul
Todo el mundo tiene mucha ilusión y nervios el día del parto, pero los padres de la chica son, sin duda, los que peor lo pasan. Una vez más, mis padres me demostraron que se merecen un 10 y su apoyo ha sido fundamental.
En mi caso necesité ponerme pezoneras para empezar porque el bebé no tenía suficiente fuerza. De esta manera le ayudaba. Ahí sí agradecí la presencia de mis hermanas. Una fue con mi padre a comprar las pezoneras a la farmacia a punto de cerrar y, la otra, que también tuvo que usar en su día, me ayudó a ponérmelas y me enseñó cómo hacerlo. Pero mientras la enfermera está con vosotros dándoos las indicaciones necesarias, no tiene que haber nadie en la habitación.
Los días posteriores
Durante el embarazo leí muchos artículos de gente que decía que nada de visitas en el hospital. Yo, sinceramente no lo compartía en su momento y, aunque ahora tampoco, sí lo entiendo mucho más.
Yo creo que lo importante es que la gente llame antes a la madre o a algún familiar para preguntar qué tal ha ido todo. Si veis que la madre está fastidiada NO VAYÁIS AL HOSPITAL. Es primordial que la madre recupere fuerzas y esté bien para atender al recién nacido. Y si alguien “amenaza” con ir, la familia debe disuadirles de la idea. La familia (o la gente cercana) juega un papel fundamental en la época posterior al parto y tienen que ser muy, muy comprensivos y facilitar la adaptación de la nueva familia, porque no es fácil.
Foto: Sobre Fondo de Tul
Si, como en mi caso, te encuentras bastante bien (hay que tener en cuenta que tenemos un chute de hormonas que nos hacen estar fuertes y bastante animadas. Al menos a mí me pasó) no creo que haya el menor problema para ir a hacer una visita. PERO, sí creo que hay que tener en cuenta algunas cosas:
- preguntar primero, por si acaso. Puedes estar bien pero ser de las que no quieren visitas. Totalmente respetable.
- no estar mucho tiempo. Si la madre se encuentra bien te dirá que te quedes y no te pondrá ningún problema, pero ya somos adultos y debemos ser conscientes de que luego llega el bajón, o que el niño puede ser un santo pero luego dar una mala noche… Y para poder sobrellevarlo la madre tiene que estar descansada. Sólo el hecho de haber ido es de agradecer, así que tranquilos si os vais pronto.
- si coincide que ese día hay mucha gente: o no ir, o estar, como ya he dicho, poco tiempo. A mí me pasó que al día siguiente se me juntaron 20 personas en la habitación. Yo estaba feliz, no creáis. Me encantaba que fueran a verme, y el niño durmió todo el rato PERO (siempre hay un pero) la noche fue horrible. El niño estuvo súper intranquilo, nervioso, y no pegó (pegamos) ojo en toda la noche.
Como ves, muchas veces no es pensar sólo en la madre, sino también en el bebé.
- respetar la hora de la siesta. Es una mala hora para hacer una visita. Una cosa es que te escapes un momento del trabajo o pases por allí, estés un ratito y te vayas, pero es una mala (malísima) hora para estar mucho tiempo. ¿Por qué? Porque es el único rato del día en el que el hospital está tranquilo. Por la noche estáis tu pareja y tú con el niño, que siendo tan pequeño tiene que comer cada pocas horas. Una vez que amanece, las enfermeras no paran de entrar en la habitación: ahora te toman la temperatura, al rato al niño, luego te traen el desayuno, luego viene el gine a verte, más tarde te traen un calmante, después sólo pasan a ver qué tal estás… Un no parar de interrupciones. Y luego por la tarde, lo mismo y, además con visitas. Por eso, el único momento en el que, si el niño te deja, puedes descansar es en la siesta. Y no te recomiendo que estén ni tus padres. Si están ellos, al final terminas charlando con ellos, mirando al niño, reviviendo todo… Y si no son tus padres, es prácticamente imposible que te quedes dormida. ¿Cómo vas a dormir con alguien en la habitación?
Sé que es difícil porque todo el mundo quiere estar con el niño y, claro, ésa es la hora más tranquila para disfrutarlo pero (otro pero) en estos momentos ES FUNDAMENTAL QUE LA MADRE DESCANSE. Como ella (tú) no esté fuerte y descansada (en la medida de lo posible) el niño tampoco estará bien.
Sé que es difícil porque todo el mundo quiere estar con el niño y, claro, ésa es la hora más tranquila para disfrutarlo pero (otro pero) en estos momentos ES FUNDAMENTAL QUE LA MADRE DESCANSE. Como ella (tú) no esté fuerte y descansada (en la medida de lo posible) el niño tampoco estará bien.
Y grosso modo, esto es lo más importante que se me ocurre. Seguro que se me olvida alguna cosa, pero el post ya está siendo demasiado largo y creo que está lo más importante.
En el fondo, todo se resume en ¡¡CUIDAR DE LA MADRE!! ¡¡RECIENTE MAMI, CUÍDATE!! La familia y amigos no debemos ser egoístas (esto lo digo ahora, cuando fui tía seguro que hice todo lo contrario) y hay que pensar en ella. Tenemos toda la vida para disfrutar del nieto, sobrino, primo… Él está bien cuidado en el hospital, así que estos días hay que procurar que la madre esté tranquila, relajada, descansada y que aprenda con su pareja en la intimidad, que disfruten de su bebé, que charlen... porque si todo va bien, en dos o tres días estarán solos ante el peligro.
Foto: Sobre Fondo de Tul
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