Hoy toca un nuevo post sobre mi viaje
a Indonesia. Un destino muy especial para mí porque llegó en el momento justo
y, sinceramente, fueron unos días donde la expresión “lujo asiático” cobró todo
el sentido para mí.
Después de varias islas, muchos
vuelos, muchísimos madrugones, “pateo” incesante y horas y horas de excursiones,
llegamos al momento de relax . Aquí renovamos fuerzas para la última parte
del viaje: Bali. Tras ver los dragones de Komodo y los zorros voladores, el
barco nos dejó en Bidadari o Angel Island en inglés. Se trata de una pequeña
isla con tres playas, dos privadas y una pública (que suele estar vacía porque
allí sólo se llega en barco). Allí contratamos cuatro noches en el resort que
ocupa la isla. Un lujo que mereció la pena.
Pero no, Angel Island Resort no
tiene nada que ver con lo que identificamos por este nombre. Nada más diferente
de lo que conocemos del Caribe: enormes hoteles con cientos de turistas que van
allí con ganas de aprovechar el buffet y la barra libre.
Este complejo está compuesto
únicamente por 10 cabañas inmersas en la naturaleza y separadas entre sí, con
su terraza, con un gran espacio interior y cuidadas al máximo. Además, un
restaurante. Nada más forma parte de este lugar. Cada cabaña tiene su acceso
directo a la playa privada y el restaurante tiene vistas al mar. Un lugar
perfecto para descansar, para olvidarte del mundo y para desconectar de todo.
También puedes comer lo que
desees (a la carta, no buffet) e igual con la bebida, menos el alcohol, que allí
no hay mucho. Algunas veces, hasta van a la playa a llevarte algo de merendar. Yo
me sentía como una reina porque el trato, si en todo el país es bueno, allí es
espectacular.
¿Y qué hacer allí? Disfrutar de
las vistas, lo primero. Un mar coloreado de todos los azules que puedas
imaginar. ¿Más? Ver la puesta de sol en la playa privada de rocas. Pocos son iguales,
y en Indonesia se ven muchos que te dejan con la boca abierta. ¿Y además? Hacer
snorkelling. ESPECTACULAR. Nos pasamos horas bajo el agua embobados con la cantidad
de peces y corales que allí había. Rayas, sepias, pez payaso, tortugas marinas
y ¡¡tiburones!! Sí, sí. Vimos varios bebé-tiburón y alucinamos.
No teníamos cámara acuática así
que os tendréis que fiar de mi palabra pero en internet hay videos que me dan
la razón. Se dice que son las mejores aguas del mundo para bucear o hacer
snorkelling, así que si te gusta el mar… No te lo pienses.
Después de este destino, para mí
el paraíso se llama Angel Island Resort en Bidadari.
Puedes conocer más de Angel Island Resort aquí. También a través de la agencia de viajes Catur, de la que os hablé aquí.
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