Pues llegamos a la tercera isla
en Indonesia, llegamos a Sulawesi o isla de Célebes. Desde ya os aviso de que
me va a resultar muy difícil hacer un post corto, porque esta isla es un gran
tesoro tanto por sus paisajes como por la cultura de sus
habitantes. Así que no me enrollo más y allá voy.
Una vez aterrizados en Sulawesi,
nuestro guía nos esperaba con el chófer para hacer un recorrido de más de 9
horas por carretera. Nuestro destino estaba al norte, en la región de los Toraja
y, con alguna parada por el camino, el resultado era éste, 9 horas hasta llegar
al hotel. Pero mereció la pena porque, dentro de lo que cabe, nos lo hizo muy
ameno. Paramos a tomar algo en una cafetería con unas vistas impresionantes de
la “montaña erótica”, vimos la enorme dimensión de los pomelos indonesios y los
probamos, tomamos un dulce típico de allí a base de arroz y azúcar de caña mientras las mujeres y los niños se
quedaban alucinados con lo blanca que soy…
Aquí sufriendo horas y horas al
sol para estar morenas mientras que allí se dan cremas que les dejan la cara
blanca. Cuanto más clara es su piel más guapas se ven y las ven los hombres.
Estar morena da a entender que trabajas en el campo, es decir, que no tienes
mucho dinero.
Allí nos alojamos en un pueblo
pequeño y sencillo llamado Rantepao para, a la mañana siguiente comenzar nuestra
ruta. Lo primero que hicimos fue ver el mercado. Había tanto de comida como de
animales. El primero llama la atención por su colorido, por la mezcla de
olores, por el contacto con la gente, y el segundo, por el número enorme de bueyes y
cerdos, de todos los tamaños, que puedes hasta tocar.
Los Toraja son cristianos aunque conservan gran parte de sus creencias animistas (creen en dioses ancestrales), por eso sus rituales funerarios son objeto de visita turística y algo que no se ve en otros lugares. Duran varios días y cada uno de ellos tiene funciones diferentes. Los bueyes en esta cultura se consideran vehículos rápidos para ascender al cielo. Por eso, las familias más ricas sacrifican el mayor número de bueyes para acompañar al difunto ya que, cuantos más bueyes, más rápido llegará al cielo.
Los Toraja son cristianos aunque conservan gran parte de sus creencias animistas (creen en dioses ancestrales), por eso sus rituales funerarios son objeto de visita turística y algo que no se ve en otros lugares. Duran varios días y cada uno de ellos tiene funciones diferentes. Los bueyes en esta cultura se consideran vehículos rápidos para ascender al cielo. Por eso, las familias más ricas sacrifican el mayor número de bueyes para acompañar al difunto ya que, cuantos más bueyes, más rápido llegará al cielo.
En este lugar, se da tanta
importancia a estos ritos, que no entierran al fallecido hasta conseguir
el dinero suficiente para hacer un funeral digno, conservando su cuerpo en formol (antes lo embalsamaban). Nunca, aún con dinero,
entierran, como nosotros, al día siguiente. Siempre dejan pasar unos meses.
El día que estuvimos allí
coincidió con el segundo o tercer día de los funerales, que es cuando se recibe a
las familias y vecinos que van a dar el pésame. Cada persona o familia lleva un
“regalo” que se anota y, cuando fallecen, se devuelve. Es el mismo concepto que
aquí con las bodas, que solemos regalar lo que nos han regalado a nosotros.
Este día es todo un espectáculo.
Cientos e incluso miles de personas acuden a dar sus condolencias, hay comida
para todos, sacrificio de animales para alimentar a las visitas, caramelos para
las mujeres, tabaco (allí se fuma mucho) para los hombres. Van vestidos con sus
mejores galas y no están tristes, ya que entienden que el muerto va a un lugar
mejor (eso, y que hace ya meses que falleció, es lo que lo hace más llevadero).
Toda la comunidad ayuda a la familia. Las mujeres a cocinar y los hombres bailan danzas típicas.
Meses antes también colaboran edificando construcciones donde se alojaran los
invitados al funeral. Trabajo que, después, se desmontará.
Durante nuestro recorrido también
pudimos saber que allí tienen tres tipos de enterramientos típicos: en cueva, en
roca y en panteón, según la economía de la familia. Ese status también se sabe
por el número de cuernos o de figuras representando al muerto. Una figura
equivale a 24 bueyes. ¡¡Ahí es nada!!
De esta zona son típicas también las casas. Tienen forma de barco ya que se cree que los primeros que llegaron fueron los indochinos y, al no tener casas, llevaron sus barcos al interior y los prepararon como hogar. Esa tradición se ha mantenido y esas casas se utilizan sobre todo para invitados.
Además, de esta isla destacan los fantásticos campos de arrozales y los paisajes. Son espacios enormes que ofrecen un espectáculo precioso. Los paisajes de esta zona, con montaña, son preciosos e invitan a largas caminatas.
La gente es encantadora y los niños son pura inocencia. Si vais, llevad muchos caramelos (gula gula en indonesio), les encantan y sólo ver sus sonrisas es un regalo.
Como podéis ver, esta zona no tiene nada que ver con las otras dos islas, y es espectacular. Destaca por su variada y preciosa naturaleza y por la diferencia cultural. Los Toraja son una población muy creyente y muy, muy familiar. Merece la pena conocerles a ellos y su cultura.
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Qué pasada, no tengo palabras... pero el día que vaya a Indonesia, el viaje me lo organizas tú :-)
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