viernes, 4 de abril de 2014

Angel Island Resort, en Bidadari, Indonesia. Espectacular

Hoy toca un nuevo post sobre mi viaje a Indonesia. Un destino muy especial para mí porque llegó en el momento justo y, sinceramente, fueron unos días donde la expresión “lujo asiático” cobró todo el sentido para mí.

Después de varias islas, muchos vuelos, muchísimos madrugones, “pateo” incesante y horas y horas de excursiones, llegamos al momento de relax . Aquí renovamos fuerzas para la última parte del viaje: Bali. Tras ver los dragones de Komodo y los zorros voladores, el barco nos dejó en Bidadari o Angel Island en inglés. Se trata de una pequeña isla con tres playas, dos privadas y una pública (que suele estar vacía porque allí sólo se llega en barco). Allí contratamos cuatro noches en el resort que ocupa la isla. Un lujo que mereció la pena.

Pero no, Angel Island Resort no tiene nada que ver con lo que identificamos por este nombre. Nada más diferente de lo que conocemos del Caribe: enormes hoteles con cientos de turistas que van allí con ganas de aprovechar el buffet y la barra libre.



Este complejo está compuesto únicamente por 10 cabañas inmersas en la naturaleza y separadas entre sí, con su terraza, con un gran espacio interior y cuidadas al máximo. Además, un restaurante. Nada más forma parte de este lugar. Cada cabaña tiene su acceso directo a la playa privada y el restaurante tiene vistas al mar. Un lugar perfecto para descansar, para olvidarte del mundo y para desconectar de todo.

También puedes comer lo que desees (a la carta, no buffet) e igual con la bebida, menos el alcohol, que allí no hay mucho. Algunas veces, hasta van a la playa a llevarte algo de merendar. Yo me sentía como una reina porque el trato, si en todo el país es bueno, allí es espectacular.

¿Y qué hacer allí? Disfrutar de las vistas, lo primero. Un mar coloreado de todos los azules que puedas imaginar. ¿Más? Ver la puesta de sol en la playa privada de rocas. Pocos son iguales, y en Indonesia se ven muchos que te dejan con la boca abierta. ¿Y además? Hacer snorkelling. ESPECTACULAR. Nos pasamos horas bajo el agua embobados con la cantidad de peces y corales que allí había. Rayas, sepias, pez payaso, tortugas marinas y ¡¡tiburones!! Sí, sí. Vimos varios bebé-tiburón y alucinamos.

No teníamos cámara acuática así que os tendréis que fiar de mi palabra pero en internet hay videos que me dan la razón. Se dice que son las mejores aguas del mundo para bucear o hacer snorkelling, así que si te gusta el mar… No te lo pienses.

Después de este destino, para mí el paraíso se llama Angel Island Resort en Bidadari.



















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