viernes, 21 de abril de 2017

¿Y cuándo vuelves a trabajar?

Hace tanto que no escribo un post que ya no sé si me acuerdo. Y hace tanto tiempo que no tengo diez minutos seguidos para pensar, para recapacitar y para escribir de "mis cosas", que no sé si me voy a ver superada por la situación. Y, bueno, digo diez minutos siendo positiva, pero igual en tres ya tengo que parar y dejarlo para otro momento. 

Mi vuelta al blog, no sé por cuánto tiempo será ni con qué periodicidad. Se ha convertido en ganas, en una necesidad. Y éstas no entienden de tiempos. 

Hace más de año y medio, al quedarme embarazada, lo dejé porque no sentía la motivación. Estaba tan centrada -y preocupada- por el embarazo, que lo demás era irrelevante para mí. Ahora, sin embargo, lo he dejado por obligación. ¡¡Porque no me da la vida!!


He vuelto a trabajar y esto, compaginado con la maternidad, se está haciendo cansado, muy cansado. Sí, sé que sólo tengo uno y en la mente de muchos será exagerado, pensaréis: "imagínate con dos, con tres". Lo sé, pero esto es lo que tengo ahora mismo y así es como lo vivo. 

Aunque seguiré con los posts de tiendas, restaurantes  y todo lo que me gusta, he decidido empezar con uno de maternidad porque ahora es una faceta muy importante en mi vida, la más importante, y porque últimamente ha habido muchos debates sobre este asunto.

Yo os voy a contar mi "enfado" con el género femenino durante el primer año de vida de mi hijo. ¿Y esto por qué? Pues porque estamos hartos de leer, ver, quejarnos..., de que las bajas maternales en España son irrisorias. Que qué suerte en el resto de países que tienen bajas de un año... como poco. Muchas, muchas quejas sobre lo importante que es estar con nuestros hijos cuando son pequeños, la pena que da dejarles al cuidado de otros, y ya si van a la guarderia, que se ponen todo el día malos, ni os cuento. 


En mi caso, mi embarazo coincidió con que yo me encontraba sin trabajo. No busqué esa situación, pero después de 15 años sin parar de trabajar, creo que tampoco me vino mal. Lo cierto es que fue quedarme sin trabajo y quedarme embarazada, por lo que, como comprenderéis, no me hizo lamentarme mucho de mi situación laboral. Mi marido y yo decidimos que podíamos permitirnos llevar el embarazo con calma, sin necesidad de volver a trabajar inmediatamente. Nació Éric y continuamos pensando que podíamos permitirnos cuidar de él sin agobios por buscar trabajo. 

Así fueron pasando los meses. Lactancia exclusiva hasta los seis meses y medio y luego compaginándola con la introducción de alimentos. 

¿Y por qué os cuento este rollo? Pues porque durante este tiempo no dejé de oír  a muuuchas mujeres preguntarme que cuándo iba a volver a trabajar. Yo, sinceramente, no tenía ninguna prisa. Siempre he considerado que poder estar cuidando de mi hijo es un lujo que nunca creía que iba a poder disfrutar. Y pienso que, en el fondo, eso lo pensamos todas. Entonces ¿por qué esa insistencia en que buscara trabajo?


Yo lo entiendo si ves que la persona está mal, que estar en casa le agobia, si sientes que le está afectando... Pero yo, que no paraba de decir que estaba muy bien, que después de una mala experiencia laboral no echaba de menos volver al trabajo, que me parecía una maravilla poder estar cuidándole personalmente, que es algo que nunca pensé que iba a poder vivir... Además, soy una persona con mucha vida social, con la familia al lado de casa, tenía el blog... Vamos, que no me aburría para nada. No sé, daba la sensación de que no me creían y no me sentía nada apoyada (aún a día de hoy tengo algún amigo que no me cree, en fin...). 

Del mismo modo, sé que no me lo decían con mala intención, que muchas de ellas me quieren mucho y lo hacían por mi bien pero... ¿no se supone que lo ideal es estar con nuestros hijos al menos el primer año de vida? Entonces, si veían que estaba feliz con mi situación ¿Por qué tanto insistir?

Es difícil explicar estas sensaciones por escrito pero los sentimientos durante el año que estuve cuidando de Éric fueron como que era incomprensible que no estuviera buscando trabajo. Que igual se pasaba el tiempo y ya nadie me iba a contratar de nuevo, o que era increíble que yo, una persona con una determinada formación, fuera feliz estando en casa. 

No quiero que se me malinterprete. Puedo entender que haya gente que piense en eso. Pero igual que yo hago el esfuerzo de entender a los demás ¿por qué nadie lo  hacía por entenderme a mí? Necesitaba que me apoyaran y no me juzgaran. Porque era mi elección y yo estaba feliz con ella.

Hace seis meses que volví a trabajar. Y la verdad es que me siento muy afortunada. He encontrado sin buscarlo una empresa que parece que me respeta, que entiende mi trabajo y que me reconoce. Llevo a cabo un trabajo que me encanta y me ilusiona. Creo que he tenido muchísima suerte al dar con ellos (gracias Irene). He disfrutado de un embarazo muy tranquilo, he podido estar con Éric durante su primer año de vida y ahora tengo la posibilidad de desarrollarme profesionalmente y tengo la gran suerte de poder hacer parte de mi jornada laboral desde casa. 



También sé que si tengo otro hijo las circunstancias van a ser completamente diferentes y oiré preguntas como... ¿vas a pedir una excedencia?, ¿cogerás la jornada reducida?, ¿y no te da pena dejarlo tan pequeño?...

Y me volveré a enfadar. Porque me conozco, porque soy así. Porque nosotras somos nuestras mayores críticas. 

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